Reconquista
(de lo que fue cedido)
La palabra Reconquista no remite simplemente a una idea histórica
o militar, sino a una
tarea espiritual, cultural y moral: la de
recuperar los espacios de influencia que una vez estuvieron
alineados con los valores del Reino de Dios y que, por omisión o
pasividad, fueron cedidos a visiones contrarias.
Esto asimila como verdadero el hecho de que muchas esferas clave
de la sociedad (educación, la política, el arte, los medios de
comunicación, la ciencia y economía) se han alejado del propósito
de Dios, y que la iglesia o sus congregantes, en lugar de
liderarlas con sabiduría, ha optado muchas veces por replegarse,
negar su valor o simplemente observar en silencio.
Reconquistar es entonces
identificar, investigar y conocer realidades en
la sociedad, y también,
despertar, formar, y enviar a líderes que no solo
sean fieles creyentes, sino también
actores estratégicos formados y eficaces servidores en el
espacio público, dispuestos a defender con firmeza y gracia los principios que
sostienen la dignidad humana, la libertad, la prosperidad y la
familia.
La Reconquista es, en última instancia, el regreso del Reino a
través de sus embajadores. Es un movimiento pacífico pero
valiente, que nace del amor por la verdad
y del compromiso con el mandato de discipular a las
naciones. No es imponer una religión, sino de iluminar la cultura con la
luz de Cristo, recordando que todo lo creado le pertenece a su
creador, y que sus hijos están llamados a ser sal y luz también en
lo público.